Orlando

“Volví a ella, mi tierra”: Museo Rollins rescata la historia viva de la diáspora puertorriqueña en Orlando

El último día de la exhibición en el Museo Rollins es el 5 de enero de 2025. 

Telemundo

Carmen Rodríguez observa un cuadro dentro del Museo Rollins. Ahí, detenida, sus ojos brillan por unos segundos. En ellos se refleja "La Parranda", obra que Rafael Ríos Rey pintó en 1941. Sin despegar la vista, traduce del siguiente modo lo que siente en ese instante: "Volví a ella, mi tierra".

Ya tiene 72 años. La última vez que viajó a Puerto Rico lo hizo para el funeral de su padre, quien fue asesinado frente a su casa. Desde entonces, había evitado tomar un vuelo hacia su tierra porque, en palabras de Rodríguez, “tenía coraje”. Pero una visita al archipiélago en 2024 le permitió sanar. Incluso, al observar las pinturas que decoran el museo confirmó que ya no guardaba rencor hacia el rincón del Caribe que la vio nacer. En cambio, las piezas de arte y las imágenes parecían transportarla a su terruño.

Ahí, en el Museo Rollins en Orlando, se entreteje la historia viva de la diáspora puertorriqueña en Florida Central. Entre 20 cuadros de grandes artistas puertorriqueños y una cabina que archiva la historia oral de la experiencia contemporánea de esta comunidad, llegan los boricuas para ver la exposición “Nostalgia por mi isla”, que los transporta hasta su añorado Puerto Rico por medio de los paisajes y cultura que captaron los artistas entre 1786–1962.

Museo Rollins presente exhibión del Museo de Arte de Ponce de Puerto Rico.
Museo Rollins
Empleados instalan en el Museo Rollins la exhibición del Museo de Arte de Ponce de Puerto Rico.

La exhibición llega —por primera vez— desde el Museo de Arte de Ponce en Puerto Rico (MAP) con el propósito de rescatar la memoria colectiva y provocar la participación de los puertorriqueños en Florida como parte del desarrollo sociocultural por medio del arte.  

“Una de las razones por las que me alegra tanto y da tanta satisfacción de poder tener una exhibición como esta es que tengo un pedacito de mi isla aquí, conmigo. Es importante que los puertorriqueños hagamos esfuerzos por preservar la cultura y también que podamos crear espacios como este para que aprendan de nosotros, de nuestra historia”, asegura Gisela Carbonell, la curadora del Museo Rollins y quien desempacó las obras junto con Iraida Rodríguez Negrón, curadora del MAP. 

Para Carbonell —al igual que para otros tantos visitantes— cada pintura representa un fragmento de un mosaico mucho más grande que, en este caso, es Puerto Rico y su idiosincrasia. 

A su vez, cada pieza es un militante que desafía la subrepresentación del arte puertorriqueño de las colecciones y exposiciones de los museos en Florida Central porque “desafortunadamente, no están tan representados como queremos en otros museos del área”, valora Carbonell, natural de San Juan, Puerto Rico. 

De hecho, debido a la subrepresentación en las bellas artes, desde 2019 se exhibe arte de artistas puertorriqueños en el museo perteneciente a la Universidad Rollins. 

Iraida Rodríguez Negrón, a la izquierda, y Gisela Carbonell, a la derecha, inspeccionan las obras que se exponen en el Museo Rollins.

MI GENTE, MI ISLA, MI HOGAR: COMPONENTES PARA QUERER REGRESAR

Lizmary López y Carmen Rodríguez tienen algo en común con Gisela Carbonell: la exhibición Nostalgia por mi isla las transporta hasta su añorado Puerto Rico por medio de los paisajes y cultura plasmados en las pinturas. 

Tanto López, de 39 años, como Rodríguez, de 72, se ven reflejadas en La Parranda, pieza que Rafael Ríos Rey pintó en 1941 y que logra transmitir el calor humano de las navidades en la isla; el repique de las pleneras y el cuatro puertorriqueño acompañado del asopao a medianoche. 

Para López, que llegó a Orlando en 2017 en un vuelo humanitario tras perder su hogar por el desastre del huracán María, la exhibición permite tomar conciencia de los logros y el calibre de los artistas que decoran las paredes del museo. Pero también, dice, permite “reclamar nuestros espacios". 

“Nosotros somos parte de esto, lo hayamos elegido o no, y es importante hacernos sentir. Siempre hay un puertorriqueño que está necesitando de otro puertorriqueño que le diga: ‘Todo va a estar bien’”, asegura la licenciada que ofrece servicios de abogacía a jóvenes empresarios hispanos. 

Lizmary López frente a la cabina de grabación que recoge la historia de los boricuas en la diáspora.

La exhibición, además de conectar a los puertorriqueños de Orlando con su natal Puerto Rico, les permite dejar su propia historia grabada para siempre en el registro oral del Orange County Regional History Center. Y es que el Museo Rollins habilitó una cabina donde cada boricua puede entrar y registrar su propia historia, sus relatos sobre la isla. 

A López, estampar su historia en esta cabina, le jamaquea el deseo soterrado —pero siempre latente— de querer regresar. Aunque no sea ahora, aunque no sea de inmediato. 

 “La nostalgia me invade, pero tengo la oportunidad, en el contexto perfecto, de dejar mi voz, decir lo que siento. Al ver una exhibición como esta siento que nos han recordado, a la diáspora, que nos toman en consideración para traernos un pedacito de casa”, dijo López. Ahora, su voz, su historia y la de su gente queda permanentemente guardada.

Ciertamente, es esa la sacudida emocional a la que Carbonell se refiere cuando asegura que para visitar un museo no debes tener conocimiento previo de las bellas artes porque “para saber de arte, tienes que vivir el arte”

Carbonell aprendió esto a sus 6 años, cuando su abuelo, quien no se dedicaba al arte, la llevó a un museo por primera vez y que resultó ser el MAP. 

“Recuerdo ir de la mano de él por las hermosísimas escalinatas del museo y entrar a la sala, ver los cuadros con él. Esa experiencia me marcó sin saber que luego me iba a dedicar a las artes. Cuando logramos esta exhibición me vino a la mente el recuerdo. Me pregunto si algunos de estos cuadros estuvieron expuestos cuando me llevó…”, relata la curadora que, a su vez, confiesa el deseo que su abuelo supiera su profesión. “Me gustaría que él supiera que yo soy la curadora aquí y que, tantos años después, estoy recibiendo estas obras por las que él ayudó a cultivar el amor por el arte y la cultura”, revela.

SOBRE LOS ARTISTAS PUERTORRIQUEÑOS 

La exposición Nostalgia de mi isla: Pintura puertorriqueña del Museo de Arte de Ponce (1786–1962) reúne por primera vez fuera de Puerto Rico una selección de obras de la colección del Museo de Arte de Ponce, entre ellas varias obras de José Campeche Y Jordán (1751–1809) y Francisco Oller y Cesteros (1833–1917), entre otras figuras destacadas de la historia del arte puertorriqueño. 

La selección resalta la producción de un grupo de artistas activos durante las primeras seis décadas del siglo XX, que fueron fundamentales en el desarrollo de la pintura puertorriqueña. 

Organizada en torno a tres temas principales: Mi isla, mi gente y mi hogar, la exposición explora la noción de anhelo y el desarrollo de la identidad de aquellos nacidos en la diáspora.

Visitantes escuchan a Gisela Carbonel durante el evento 'Café con la curadora'.
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