MARQUELIA, México — Dos mujeres y un niño murieron tras el paso del huracán John por la costa del Pacífico sur mexicano; la tormenta arrancó tejados de varias casas, provocó deslizamientos de tierra y derribó decenas de árboles, según informaron las autoridades el martes.
John se convirtió en un huracán de gran intensidad en cuestión de horas y tocó tierra el lunes por la noche unos 120 kilómetros al este de Acapulco, antes de convertirse en tormenta tropical, desplazarse tierra adentro y desintegrarse cerca del mediodía.
Sin embargo, el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC por sus siglas en inglés) advirtió que todavía se esperaban fuertes lluvias que podrían causar inundaciones repentinas en el sur y suroeste de México durante varios días.
Evelyn Salgado, gobernadora del estado costero de Guerrero, informó el martes por la mañana de dos fallecidos, una mujer y su sobrino de 10 años, a causa de "un deslave en su casa” en la localidad montañosa de Tlacoachistlahuaca, a 100 km de la costa y a 220 km al oeste de Acapulco, un destino turístico que fue duramente golpeado el año pasado por el paso del huracán Otis.
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Horas después, la Secretaría de Gestión Integral de Riesgo y Protección Civil de Guerrero confirmó el deceso de otra persona, una anciana de 70 años, que murió en el municipio de Malinaltepec, en la región de La Montaña, por un deslave en su vivienda.
De igual, en Chilpancingo, capital de estado, una mujer de 63 años resultó lesionada al caer un árbol sobre su vivienda.
John tocó tierra cerca de la ciudad de Punta Maldonado a última hora de la noche del lunes como huracán de categoría 3 con vientos máximos sostenidos de 190 km/h (120 mph).
“Si pegó con todo el huracán”, dijo en un video subido a redes de madrugada Lincer Casiano Clemente, alcalde de Marquelia, uno de los pueblos costeros más cercanos a donde John tocó tierra.
El martes por la mañana y a falta de recorrer todavía una zona del municipio, el alcalde dijo a AP en conversación telefónica que no tenían reportes de víctimas dado que se pudo avisar con tiempo a todos los vecinos para que se resguardaran aunque si se quedaron sin luz y sin señal telefónica.
“Nunca habíamos vivido unas ráfagas tan fuertes”, agregó. “Nosotros nos resguardamos en casa, se nos cayeron algunas puertas, algún árbol".
El viento afectó postes, viviendas de lámina pero solo hubo "zonas inundadas , daños materiales, caminos cortados por árboles”.
La mañana del martes la población continuaba sin luz. Sus habitantes comenzaban a salir a la calle a buscar alimentos y había filas en algunas tiendas, mientas las autoridades intentaban limpiar las calles y carreteras del pequeño pueblo costero.
Laura Velázquez, coordinadora nacional de Protección Civil, indicó que unos 100,000 usuarios de varios municipios de la zona de impacto de John se quedaron temporalmente sin luz ni teléfono y que el martes ya estaban desplegados más de 16,000 militares para la atención a las zonas afectadas.
“Busquen las partes altas, protéjanse y no olviden que lo más importante es la vida; lo material se repone. Estaremos pendientes”, había advertido por la noche el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en la red social X.
Los gobiernos de los estados de Guerrero y Oaxaca anunciaron la suspensión de clases en diversas zonas costeras.
El inesperado fortalecimiento del lunes tomó desprevenidos a científicos, autoridades y residentes de la zona, algo que el meteorólogo Matt Benz de AccuWeather atribuyó a una mayor temperatura en la superficie oceánica, la cual contribuye a que los huracanes adquieran una mayor fuerza.
En consecuencia, el incremento repentino en la intensidad de estos fenómenos se ha vuelto cada vez más común, señaló.
“Estas son tormentas que realmente no hemos experimentado antes”, declaró. “La intensificación rápida ha ocurrido con mayor frecuencia en la época moderna, en comparación con los registros históricos. Esto nos indica que algo está pasando allí”.
Benz expresó su preocupación de que la tormenta pudiera reducir la velocidad de su avance una vez que toque tierra y se quede estática sobre la zona costera, lo que podría causar aún más daños.
La presencia del meteoro es una mala noticia para la región, que el año pasado sufrió graves daños por un huracán que también se intensificó de forma repentina.
El huracán Otis devastó Acapulco, donde los residentes recibieron pocas advertencias sobre la fuerza de la tormenta que estaba a punto de azotarlos. Los científicos dijeron que Otis —uno de los huracanes que más rápido se han intensificado entre los que se tiene registro— fue resultado del cambio en las condiciones climáticas.
Otis causó una interrupción en el servicio eléctrico de la ciudad durante varios días, dejó cadáveres desperdigados por la costa y a familiares desesperados en busca de seres queridos. Gran parte de la ciudad se sumió en la anarquía, y miles de personas saquearon tiendas y pasaron apuros para obtener agua y comida.
El gobierno de López Obrador recibió duras críticas por su lenta respuesta a Otis. Desde entonces, las autoridades se han comprometido a actuar con rapidez.
La presidenta electa, Claudia Sheinbaum, dijo que su gobierno planea trabajar en mejorar un sistema de alerta temprana, similar al que el país ya tiene para la detección de terremotos.